Los desertores




PASTOR VASQUEZ
ceyba@hotmail.com


Hace años mientras leía la obra “Manual Diplomático para la Juventud”, del embajador Frederick Tardieu Duquelas, encontré estas lapidarias palabras atribuidas al General Douglas Mc Artur:

"No se es viejo por haber vivido un cierto número de años, se es viejo por abandonar un ideal. Los años arrugan la piel, pero renunciar al ideal, arruga el alma. Las preocupaciones, las dudas, el temor y la desesperanza son los enemigos que lentamente nos hacen curvar hacia la tierra y nos convierten en polvo antes de la muerte. Joven es aquel que se sorprende, se maravilla y pregunta como el niño insaciable: ¿y después? Él desafía los acontecimientos en el juego de la vida".
"Usted es tan joven como su fe, tan viejo como su duda; tan joven como su confianza en usted mismo, tan firme como su esperanza y tan viejo como su abatimiento".
"Usted permanecerá joven mientras sea receptivo a cuanto es bello, bueno y grande; receptivo a los mensajes de la naturaleza, del hombre, del infinito".
"Si un día su corazón es mordido por el pesimismo y carcomido por el cinismo, que Dios pueda tener piedad de su alma vieja".

Cuando yo rondaba los ideales de la izquierda revolucionaria siempre se nos hablaba de lo nefasto que era claudicar a los ideales que habíamos abrazado.

Los tiempos han cambiado, pero los ideales no han variado, porque no han cambiado las causas que generan las injusticias y las desesperanzas en el mundo.

Me preocupa ver a tantos jóvenes viejos, viejos porque han renunciado a sus ideales, porque han claudicado frente a este torbellino de desesperanza que desalienta a la humanidad.

Cuando un joven deja los estudios, comienza a envejecer aceleradamente, comienza a morir, pues se aleja de su ideal.

Siempre me pregunto ¿Por qué muchos jóvenes bajan la bandera y abdican en esta difícil guerra contra la ignorancia?

Pienso que la sociedad tiene mucha culpa de eso, porque somos indiferentes ante el vacío espiritual que vive nuestra juventud.

Es escandalosa la cantidad de talento que se pierden en nuestros campos y ciudades.

Yo me pregunto ¿Dónde están las iglesias? ¿Dónde están los clubes? ¿Dónde están las instituciones?

Con mucha pena tengo que confesar que después de una larga lucha para la construcción de un estadio de béisbol en mi comunidad natal, hoy el espacio que debió servir a la juventud sólo es pasto para los animales, mientras los jóvenes pasan indiferente rumbo a no se sabe dónde.

Nuestra juventud anda desorientada, sin rumbo, sin norte, como una barca extraviada en un océano, donde acechan los implacables iceberg.

La Secretaria de Estado de la Juventud, dirigida por un joven dinámico como Franklin Rodríguez, tiene la gran oportunidad de levantar una gran campaña nacional contra el germen de la claudicación.

Cuando era joven toque muchas puertas, yo sólo quería estudiar, ser un ejemplo para mi patria. Mucha gente me ayudó, pero muchas otras personas me cerraron descaradamente las puertas, pero yo nunca renuncié.

¡No claudiques, joven dominicano!