El Presidente República Leonel Fernández ya ganó
El gigante insular llamando Leonel Fernández Reyna, nacido para triunfar, ya ganó esta cruzada delirante y fermentada de pasiones.
Cual Alejandro Magno, cabalgando en su corcel glorioso desde Macedonia hasta el Imperio Persa, el Presidente Leonel Fernández ha logrado ganar una guerra histórica, una guerra psicológica al imperio del descrédito en el que los gobernantes del pasado habían sumergido la figura de la reelección presidencial.
Ya ganó el Presidente Leonel Fernández, ganó antes de ganar y en el climax de este triunfo histórico de las próximas horas, debe sentirse feliz, pues al llegar a este punto de la jornada ha roto con todos los prejuicios y los maleficios que rodearon a los Jefe de Estado del ayer cuando aspiraron a otro período más en el solio Presidencial.
La experiencia era tan negativa y frustrante que nadie jamás esperó que un gobernante pudiera soportar el peso de la sentencia del sagrado Tribunal de la Historia al lanzarse a la conquista del Poder desde el Poder.
Leonel Fernández ha logrado cambiar el sentir de las masas y ha escrito una página gloriosa en la historia. Se ha colocado entre los grandes de este mundo, pues nadie iba a pensar que en un país de la región del Caribe un Presidente, que aspira a seguir, pudiera llegar a acumular una intención del voto tan apabullante que, de acuerdo a todos los sondeos, ronda en un promedio de 57 por ciento.
No solamente pasará nuestro glorioso Presidente a la historia por ser el Primer mandatario dominicano que logra la hazaña de romper con el maleficio de la reelección, sino por haber sido el único y el primero en ganar limpiamente, sin mañas ni trampas, unas elecciones limpias siendo candidato el mismo Jefe de Estado.
En Francia, un gigante de la historia llamado François Maurice Adrien Marie Mitterrand, logró desde el Poder dar cátedra de democracia, de pulcritud y de grandeza.
En 1988, Miterrand, que había llegado al Poder en 1981, se lanza, enfermo, a la campaña por la reelección y durante todo el trayecto logró una aceptación abrumadora, como la que hoy tiene el Presidente Leonel Fernández.
Miterrand le ganó con un 54 por ciento a Jacques Chirac en unas elecciones donde los resultados el pueblo lo conocía de antemano, por las proyecciones de los estudios de opinión, como es el caso de la República Dominicana de hoy día.
El Presidente de Francia marcó toda una época en la vida de ese país desde que en 1943, siendo Sargento al servicio del régimen colaboracionista de Vichy, liderado por el General Petain, escapa de las garras de la inteligencia Alemana, y se refugia en Londres, donde se pone al servicio del General Charles de Gaulles.
Y es que los hombres grandes, como nuestro Jefe de Estado, nacen con una señal, como la Estrella de David.
Miterrand había nacido el 26 de octubre de 1916, en momentos en que ardía Europa, luego del asesinato en Sarajevo del Archiduque De Austria, Francisco Fernando, y su esposa, la archiduquesa Isabel, a manos del extremista, Gavrilo Princip, miembro de La Mano Negra, organización terrorista de Bosnia.
Cosas del destino, cuando Leonel Fernández se acercaba al solio Presidencial en las históricas elecciones del 1996, en las que compitió con el doctor José Francisco Peña Gómez, otro grande de la historia y amigo del Presidente de Francia, moría en París, el seis de enero, François Maurice Adrien Marie Mitterrand., el hombre que desde el Poder ganó unas elecciones conservando en alto una gran popularidad.
Sí, señor, el Presidente ya ganó. Los opositores del Partido Revolucionario Dominicano, otra partido de centro-izquierda, hoy dominado por una derecha rancia recalcitrante, racista y negadora de los principios del doctor José Francisco Peña Gómez, no pudieron tejer un discurso que desacreditara, como lo pretendían, la marcha del Presidente hacia una nueva victoria electoral.
Todos untados con el signo de la maledicencia que en otros tiempos arrastraba la reelección presidencial, no pudieron colgarle esa etiqueta malhadada al Presidente de la República, porque el PRD ya había intentado la reelección con secuelas doloras para la República.
El Partido Reformista Social Cristiano fundó su vida en la reelección de un Presidente que ganaba con trampas y golpeaba a los débiles con el apoyo del imperio del Norte. A ese líder llamado Joaquín Balaguer después el PRD lo declaró Padre de la Democracia, en una legislación preñada por la derecha anti-histórica que disimuló sus reales intenciones para crecer al lado de un hombre sano y noble como fue el doctor Peña Gómez.
Hoy, pretendían volver a gobernar para aplicar sus métodos derechistas y obsoletos, sus brutalidades mediáticas y su caos económicos.
Ha llegado la hora en que suena el clarín de la doble victoria. El Presidente le ha dicho al pueblo dominicano que si un gobernante lo hace bien merece otra oportunidad, pero si lo hace mal debe ir para su casa.
He estado leyendo de nuevo esa gran obra llamada “Los Responsables”, del puertorriqueño Víctor Manuel Medina Bennet, en la que culpa implacablemente al General Horacio Vásquez por el fracaso de la tercera República, bajo el alegato de que todo vino por la reelección Presidencial, que engendró al monstruo llamado Rafael Leonidas Trujillo Molina.
Desde entonces la reelección fue maldecida y satanizada, y otra vez satanizada cuando el doctor Joaquín Balaguer se aferró al Palacio Nacional para llevar al pueblo a un fatídico sopor de pesadillas.
No fue la reelección culpable del fracaso de Horacio Vásquez, fue la prolongación del período Presidencial impuesta por la camarilla que componían Martín de Moya, Angel Morales y José Dolores Alfonseca, quienes maltrataron a Don Federico Válazquez hasta hacerlo salir de la vicepresidencia.
El Presidente Horacio terminaba su período en 1928, pues había sido electo en 1924, tras el fin de la intervención norteamericana de 1916. La camarilla odiosa, en vez llamar a elecciones y lanzar a Don Horacio al ruedo, lo que hizo fue esgrimir la Constitución de 1908 que ya no estaba vigente, y prolongar el período presidencial, alegando que Horacio había sido elector por seis años.
Después, que terminaron esos seis años, entonces fue que se lanzaron, con la imagen del Presidente deteriorada, a buscar la reelección, en condiciones pésimas.
Ahora, el Presidente va con una imagen muy alta en popularidad y con una obra de gobierno que ha sido bendecida por los príncipes de las Iglesias y por un pueblo que saber ver cuándo un presidente merece un nuevo voto de confianza y cuando debe ser mandado al rincón oscuro de la historia.-
El gigante insular llamando Leonel Fernández Reyna, nacido para triunfar, ya ganó esta cruzada delirante y fermentada de pasiones.
Cual Alejandro Magno, cabalgando en su corcel glorioso desde Macedonia hasta el Imperio Persa, el Presidente Leonel Fernández ha logrado ganar una guerra histórica, una guerra psicológica al imperio del descrédito en el que los gobernantes del pasado habían sumergido la figura de la reelección presidencial.
Ya ganó el Presidente Leonel Fernández, ganó antes de ganar y en el climax de este triunfo histórico de las próximas horas, debe sentirse feliz, pues al llegar a este punto de la jornada ha roto con todos los prejuicios y los maleficios que rodearon a los Jefe de Estado del ayer cuando aspiraron a otro período más en el solio Presidencial.
La experiencia era tan negativa y frustrante que nadie jamás esperó que un gobernante pudiera soportar el peso de la sentencia del sagrado Tribunal de la Historia al lanzarse a la conquista del Poder desde el Poder.
Leonel Fernández ha logrado cambiar el sentir de las masas y ha escrito una página gloriosa en la historia. Se ha colocado entre los grandes de este mundo, pues nadie iba a pensar que en un país de la región del Caribe un Presidente, que aspira a seguir, pudiera llegar a acumular una intención del voto tan apabullante que, de acuerdo a todos los sondeos, ronda en un promedio de 57 por ciento.
No solamente pasará nuestro glorioso Presidente a la historia por ser el Primer mandatario dominicano que logra la hazaña de romper con el maleficio de la reelección, sino por haber sido el único y el primero en ganar limpiamente, sin mañas ni trampas, unas elecciones limpias siendo candidato el mismo Jefe de Estado.
En Francia, un gigante de la historia llamado François Maurice Adrien Marie Mitterrand, logró desde el Poder dar cátedra de democracia, de pulcritud y de grandeza.
En 1988, Miterrand, que había llegado al Poder en 1981, se lanza, enfermo, a la campaña por la reelección y durante todo el trayecto logró una aceptación abrumadora, como la que hoy tiene el Presidente Leonel Fernández.
Miterrand le ganó con un 54 por ciento a Jacques Chirac en unas elecciones donde los resultados el pueblo lo conocía de antemano, por las proyecciones de los estudios de opinión, como es el caso de la República Dominicana de hoy día.
El Presidente de Francia marcó toda una época en la vida de ese país desde que en 1943, siendo Sargento al servicio del régimen colaboracionista de Vichy, liderado por el General Petain, escapa de las garras de la inteligencia Alemana, y se refugia en Londres, donde se pone al servicio del General Charles de Gaulles.
Y es que los hombres grandes, como nuestro Jefe de Estado, nacen con una señal, como la Estrella de David.
Miterrand había nacido el 26 de octubre de 1916, en momentos en que ardía Europa, luego del asesinato en Sarajevo del Archiduque De Austria, Francisco Fernando, y su esposa, la archiduquesa Isabel, a manos del extremista, Gavrilo Princip, miembro de La Mano Negra, organización terrorista de Bosnia.
Cosas del destino, cuando Leonel Fernández se acercaba al solio Presidencial en las históricas elecciones del 1996, en las que compitió con el doctor José Francisco Peña Gómez, otro grande de la historia y amigo del Presidente de Francia, moría en París, el seis de enero, François Maurice Adrien Marie Mitterrand., el hombre que desde el Poder ganó unas elecciones conservando en alto una gran popularidad.
Sí, señor, el Presidente ya ganó. Los opositores del Partido Revolucionario Dominicano, otra partido de centro-izquierda, hoy dominado por una derecha rancia recalcitrante, racista y negadora de los principios del doctor José Francisco Peña Gómez, no pudieron tejer un discurso que desacreditara, como lo pretendían, la marcha del Presidente hacia una nueva victoria electoral.
Todos untados con el signo de la maledicencia que en otros tiempos arrastraba la reelección presidencial, no pudieron colgarle esa etiqueta malhadada al Presidente de la República, porque el PRD ya había intentado la reelección con secuelas doloras para la República.
El Partido Reformista Social Cristiano fundó su vida en la reelección de un Presidente que ganaba con trampas y golpeaba a los débiles con el apoyo del imperio del Norte. A ese líder llamado Joaquín Balaguer después el PRD lo declaró Padre de la Democracia, en una legislación preñada por la derecha anti-histórica que disimuló sus reales intenciones para crecer al lado de un hombre sano y noble como fue el doctor Peña Gómez.
Hoy, pretendían volver a gobernar para aplicar sus métodos derechistas y obsoletos, sus brutalidades mediáticas y su caos económicos.
Ha llegado la hora en que suena el clarín de la doble victoria. El Presidente le ha dicho al pueblo dominicano que si un gobernante lo hace bien merece otra oportunidad, pero si lo hace mal debe ir para su casa.
He estado leyendo de nuevo esa gran obra llamada “Los Responsables”, del puertorriqueño Víctor Manuel Medina Bennet, en la que culpa implacablemente al General Horacio Vásquez por el fracaso de la tercera República, bajo el alegato de que todo vino por la reelección Presidencial, que engendró al monstruo llamado Rafael Leonidas Trujillo Molina.
Desde entonces la reelección fue maldecida y satanizada, y otra vez satanizada cuando el doctor Joaquín Balaguer se aferró al Palacio Nacional para llevar al pueblo a un fatídico sopor de pesadillas.
No fue la reelección culpable del fracaso de Horacio Vásquez, fue la prolongación del período Presidencial impuesta por la camarilla que componían Martín de Moya, Angel Morales y José Dolores Alfonseca, quienes maltrataron a Don Federico Válazquez hasta hacerlo salir de la vicepresidencia.
El Presidente Horacio terminaba su período en 1928, pues había sido electo en 1924, tras el fin de la intervención norteamericana de 1916. La camarilla odiosa, en vez llamar a elecciones y lanzar a Don Horacio al ruedo, lo que hizo fue esgrimir la Constitución de 1908 que ya no estaba vigente, y prolongar el período presidencial, alegando que Horacio había sido elector por seis años.
Después, que terminaron esos seis años, entonces fue que se lanzaron, con la imagen del Presidente deteriorada, a buscar la reelección, en condiciones pésimas.
Ahora, el Presidente va con una imagen muy alta en popularidad y con una obra de gobierno que ha sido bendecida por los príncipes de las Iglesias y por un pueblo que saber ver cuándo un presidente merece un nuevo voto de confianza y cuando debe ser mandado al rincón oscuro de la historia.-