Lagos de La Ceiba: poblados de historias, leyendas y misterios
LA CEIBA, Distrito Municipal de La Victoria.- Los lagos de La Ceiba, declarados reserva ecológica, mediante decreto 571 y donde el Presidente de la República Leonel Fernández Reyna inauguró el Parque Humedades del Ozama, gracias a la gestión del Ministro de Medio Ambiente, Jaime David Fernández Mirabal, están rodeados de grandes leyendas y misterios que han pasado de generación en generación. Este santuario ecológico sirvió de madriguera al General Marcos Evangelista Adón, héroe de la Guerra de la Restauración y fundador del pueblo de La Victoria, antes llamado La Estancita, quien impidió el paso de los soldados españoles de la anexión hacia el norte de la República, donde habían estallado los primeros brotes de la rebeldía.
El General Marcos Adón, hijo de un oficial de la Guerra de Independencia, llamado Luciano Evangelista Adón, nacido en la comunidad de Mata Mamón, entrenó sus tropas en los densos bosques que entonces rodeaban las hoy Humedades del Ozama.
Luego, para 1868, cuando sube al Poder el Presidente Buenaventura Báez, tras el derrocamiento de José María Cabral, el General Marcos Adón penetró a los bosques de La Ceiba, Reventón y Rancho Arriba, donde preparó tropas para tratar de derrocar al gobierno dictatorial, en el período conocido como “Los Seis Años de Báez”.
El General Adón escapó con su Estado Mayor, por la Sierra de Yamasá, y logró llegar hasta La Frontera. Muró en Jacmel, Haití, en fecha no muy bien precisa.
Los principales lagos del monumento ecológico, como ha sido definido por el decreto 571-09 son Manatí, Las Eneas, La Clara y La Flamenca. Están ubicados entre los ríos Ozama, Cabón y Sabita. Esas tierras llegan hasta los confines de Monte Plata, que hace frontera con una comunidad rural llamada Rancho Arriba, perdida en las soledades de los montes.
Insólitamente, hasta el 2002, cuando se creó la Provincia Santo Domingo, estas tierra pertenecían al Distrito Nacional, pero ningún síndico de la ciudad capital llegó a conocerlas. Hoy pertenecen al Municipio Santo Domingo Norte.
DONDE EL BUEY HABLÓ
Cuenta la leyenda que un día de Jueves Corpus un boyero del ingenio San Luis fue a darle aguas a sus bueyes y unos de los animales habló y le dijo: “¡Caramba!, ni un día de Jueves Corpus me dejan descansar”.
Luego la yunta, compuesta por seis bueyes, se hundió en el lago Las Eneas, y de allí sólo brotó un borbotón de sangre.
HABÍA INDIOS
Los campesinos tampoco se bañaban en el lago Manatí, pues desde el tiempo viejo se contaban historias de que en las profundidades de esas aguas habitaban aborígenes.
Contaban los viejos que sí un indio se llevaba a una persona a lo profundo jamás retornaba y sólo podía subir a la superficie si comía algo con sal, pues los aborígenes no comían con sal. Se creía que más abajo del lago había una población antigua sumergida.
También se creía que Manatí estaba habitado por peces malignos, pues en más de una ocasión los campesinos vieron extrañas criaturas bajo las aguas.
Esas tierras eran vírgenes y extrañamente no aparecían en los mapas ecológicos que se hacían en el país.
Se cuenta que hacia 1945, después de la Segunda Guerra Mundial, el dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina anduvo por esos campos desalojando a los campesinos para instalar una gran producción de caña. Luego hubo un gran desmonte, una destrucción inmensa de los bosques y sólo quedaron en pie los montes que están cerca del Ozama, en Rancho Arriba, donde se dice que un santulario de la época hizo una oración para que los despiadados del ingenio no fijaran sus ojos en esas tierras.
Cuando quebró el ingenio Ozama, un grupo de políticos vivos se apoderó de los lagos, alambró hasta los cielos, como diría el poeta Pedro Mir, y se apoderó todo aquello, prohibiendo el paso a los que allí habíamos pasado una infancia feliz, pescando y navegando en viejas canoas.
GRACIAS JAIME DAVID
Desde que el Ministro de Medio Ambiente asumió su función, se interesó por rescatar ese paraíso perdido en las soledades de los montes.
Un grupo de vivos habían hecho de esos lagos zona exclusiva, al punto que habían disparado con armas largas a los campesinos que iban a pescar allí.
Hoy, gracias a la gestión de Jaime David Fernandez Mirabal, se han rescatado esos lagos. Yo quisiera que las voces que se levantaron para rechazar la cementara de Gonzalo se levanten ahora para elogiar el rescate de los lagos La Flamenta, Las Eneas, Manatí y Rincón Clara.
Autor: PASTOR VASQUEZ